Habiendo sido liberado de la cárcel de la carne y de sus limitaciones, Cristo tomó su derecho legítimo a ser celestial; más no tomó su derecho como Dios, eso ya le pertenecía, sino como Hombre por su vida impecable y su resurrección.
Habiendo sido liberado de la cárcel de la carne y de sus limitaciones, Cristo tomó su derecho legítimo a ser celestial; más no tomó su derecho como Dios, eso ya le pertenecía, sino como Hombre por su vida impecable y su resurrección.